Tus manos, tu pelo, tu olor.
Tu cintura junto a la mía, moviéndose al compás de la luna.
Tus besos, húmedos, secos, largos, cortos, de sapo, de oso, de mago.
Cuando mentías, esa mirada llena de vergüenza que apuntaba hacia abajo, tus dedos jugando con mi mano en busca de perdón sagrado.
Cuando jugábamos, las cosquillas, ¿te acordás? cuando decíamos que en el mundo estábamos nosotros dos, que nos iríamos lejos, juntos, que dejaríamos todo atrás para formar algo, para complementarnos y formar una sola persona, lo que siempre fuimos, lo que aspirábamos desde el primer beso.
Tu cara, la misma forma de la luna. Redonda y profunda, llena de misterios, de rasgos que ella nunca va a conocer, miradas que nunca le vas a hacer, besos que nunca va a saber explorar.
Sonrisas imposibles, escondidas detrás del miedo. Nunca vas a saber donde le gustan los besos, nunca vas a terminar de entender porque después de la risa le llega el llanto.
Nunca.
Tampoco sabrás que canción le gusta bailar mientras saltamos y nos entregamos al otro, no vas a descubrir jamas donde le gustan las caricias, donde no debes darle besos si no querés que se pare y se valla.
Su sonrisa.
Quizás puedas robarle un, dos, tres pares. Mostrará su dentadura perfecta y luego te besará. Pero no sonreirá con el corazón, porque solo lo hace cuando nadie lo mira. Enséñale eso, que yo no tuve tiempo de hacerlo. Enséñale a sonreír frente a la vida, a no preocuparse por las cosas insignificantes,  que nos pasan tantas cosas en la vida, que cuando aparece el sol hay que dejarlo pasar..
Conozco cada pedacito de piel, cada estimulo, cada sensacion y reacción que produce su cuerpo.
También le llegué a tocar el corazón, un día estando los dos solos. Fué la ultima vez que lo vi, tal vez esa fue la razón de su partida. No quería entregarse en cuerpo y alma, era egoísta, se quería solo para el. Pero alacanzé a tocárselo, lo  sostuve entre mis manos y le di un soplo de aliento, de amor.
No le gustó.
No quería que yo tenga acceso a esa parte tan delicada. Pensó que era muy frágil, que eramos muy jóvenes para cuidar el corazón del otro y decidió esconderlo para el solo.
Nunca vas a tocarle el corazón como lo hice yo, nena.
Tal vez te diga que te quiere, pero créeme, no será la misma melodía que su boca una vez me cantó.

No hay comentarios: